Pocas plantas son capaces de producir flores de un color tan caprichoso: la tonalidad turquesa de los mares tropicales de su Filipinas natal, en larguísimos racimos. Y todo para seducir a un murciélago ávido de dulce néctar. El nombre botánico de esta trepadora es tan raro como el excepcional color turquesa de las flores y tan largo como los racimos (seudoracimos, en realidad) en los que se agrupan: Strongloden macrobotrys. Al empezar la primavera, la parra de jade exhibe una espectacular cortina de flores que cuelgan de un dosel de hojas.En su hábitat originario de la jungla filipina, las flores de tayabak, como llaman allí a la parra o enredadera de jade, miden cerca de siete centímetros de largo y las inflorescencias, formadas por decenas de ellas, más de dos metros. El follaje es verde claro y forma un dosel que puede extenderse 20 metros al sol o en semisombra. Hay quien asegura que es la trepadora más bella del mundo. Desde luego no hay muchas plantas